Llevo muchos años practicando y enseñando Wu Shu y San Da, los dos sistemas me aportan cosas interesantes. Ambos me aportan un gran trabajo técnico y una mejora en mis cualidades físicas y motrices.
Siempre me ha interesado el enfoque de espiritualidad, defensa personal y combate de las Artes Marciales.
En mi caso y aunque practico algunas formas de Wu Shu tradicional, mi aprendizaje en este arte se basa en el Wu Shu moderno o contemporáneo, aprendido mas como un deporte que como un sistema marcial.
Por el contrario mi aprendizaje del San Da ha sido eminentemente enfocado al combate, he tenido la suerte de aprender de Pablo Ortega Alvarez para mí el mejor en este deporte, que ha sabido transmitirme no solo sus conocimientos en este deporte de contacto, sino también una forma de ser y de comportarse ante la vida. Esto ha llevado a que además de ser mi maestro se convierta en mi amigo, persona a la que quiero y respeto profundamente. Una pena no tenerlo más cerca.
Desde siempre me han gustado las Artes Marciales Tradicionales, en particular los sistemas chinos que desde mi punto de vista se centran en la defensa personal, Baji Quan, Ving Tsun, Pak Mei… pero vivir en una localidad pequeña como la mía, con escasa oferta marcial, impidió que no comenzará mi entrenamiento e uno de estos estilos con anterioridad.
Hace mas de 5 años me lié la manta a la cabeza junto a Ángel Luis Álvaro y decidimos emprender el camino del aprendizaje del Ving Tsun en Madrid, bajo la tutela de Jesús Carballo, persona que al igual que Pablo Ortega me transmite mucho más que sus conocimientos, es por ello que también se ha convertido en un gran amigo al que quiero y respeto.
El Ving Tsun ha venido a llenar ese espacio vacío que le falta a mi entrenamiento en el Wu Shu contemporáneo, un Arte Marcial que pudiese aplicar al combate y que al igual que el San Da pueda pelear como entreno.
Alguna vez en estos años al realizar combate en la clase de Ving Tsun me he preguntado si realmente es un Arte Marcial que pueda aplicar al combate, he tenido mis dudas en cuanto a su eficacia, no voy a negarlo, y ¿por qué tengo esas dudas? Pues porque para mí que llevo muchos años entrenando, enseñando y combatiendo en las Clases de San Da, es normal hacer combate, me siento seguro cuando lo hago en mis clases, (aunque tengo mucho que mejorar) y tengo interiorizada la manera de pelear en San Da, con el Ving Tsun no tengo esa sensación, pero no es el estilo el que falla, tengo más que asumido que para que mi sparring en Ving Tsun fluya debo dedicar más tiempo a su entrenamiento.
El combate en los deportes de contacto es menos complejo, defiendes, golpeas, es un ciclo que se repite constantemente pues llevar guantes implica trabajar de una determinada manera. El Ving Tsun es un sistema sencillo (que no fácil) de aprender, golpear a la vez que te golpean, defensa y golpe simultáneos… hacen que su progresión en el combate sea más lenta en comparación con los deportes de contacto, pero desde el punto de vista de la defensa personal lo veo más efectivo ya que estos principios te dan cierta ventaja ante alguien que tiene que golpear una vez ha defendido, ahora bien, lógicamente y como comentaba en el párrafo anterior creo que se necesita más tiempo en su aprendizaje y puesta en práctica.
Me tengo por una persona segura de sí misma, pero en mi entrenamiento marcial y en concreto en el camino del Ving Tsun soy un mar de dudas (la máxima de cuanto más sabes menos seguro estás de lo que sabes y menos crees que sabes). Creo que como persona que intenta progresar en el aprendizaje de este maravilloso estilo esta situación es perfecta para seguir entrenando con el objetivo de ser un poquito mejor cada día y poder transmitir a mis alumnos todo lo que mis maestros me transmiten.
Por otro lado uno debe ser consciente de cuál es su nivel de mejora y escuchar la “nota” que le pone su maestro, si te dice que estás progresando, vas por el buen camino, si no te lo dice, nunca te vengas abajo, simplemente trabaja más duro para mejorar. Uno también tiene que ser sincero consigo mismo y no engañarse con respecto de su nivel. En esta vida es cierto que todo es susceptible de empeorar, pero no es menos cierto que todo es susceptible de mejora y si uno tiene pasión por lo que hace y entrena con constancia esa mejora llegará tarde o temprano.
En mi entrenamiento en Ving Tsun hago de mis conocimientos de San Da una ventaja (nunca un inconveniente) pues aprovecho estos conocimientos para suplir los que no tengo haciendo Ving Tsun. Un ejemplo es cuando hago sparring y me veo superado por la otra persona recurro a movimientos de San Da, no porque este sea superior, sino porque como comentaba anteriormente es algo que tengo interiorizado y al conocer ambas estrategias de combate intento anular una con la otra.
Mi objetivo es que llegue un día en el que aplicando únicamente conocimientos de Ving Tsun sea capaz de hacer combate de modo decente.
Llegados a este punto os preguntareis ¿por qué aprendo Ving Tsun si ya puedo pelear utilizando otros sistemas?, pues he aquí la respuesta simple, porque me encanta, y ¿por qué me encanta? Pues intento resumirlo para no cansaros más:
- Es un sistema sencillo (con solo 3 formas de mano vacía, 1 de muñeco de madera, palo largo y cuchillos mariposa) pero que tiene unos principios y unos conceptos muy claros y que si eres capaz de interiorizar y llevar a la práctica harán de ti un gran artista marcial.
- Me encanta hacer Chi Sao y ver como mi maestro u otros compañeros con más nivel me manejan y hacen conmigo lo que quieren, me obliga a ponerme las pilas y entrenar con más intensidad. La sensación que se me queda después de hacer Chi Sao con Jesús no tiene precio.
- Creo que es un sistema muy efectivo en la defensa personal entrenándolo del modo adecuado
- Es un Arte Marcial con una historia y legado detrás que me fascina. Me maravilla la idea de que haya sido creado por una mujer para poder defenderse de hombres que eran más fuertes físicamente, por lo que las mecánicas corporales están muy presentes.
En definitiva, el Ving Tsun y el San DA son mis pasiones marciales, y eso se lo debo a como me lo han trasmitido mis dos maestros, Jesus Carballo y Pablo Ortega, sin los cuales hoy no estaría escribiendo estas líneas, para ellos mi reconocimiento y gratitud.
Con Jesús Carballo y José Ortiz. |
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